Mañana parto una vez más a esa querida cancha de golf en Viña del Mar para jugar mi Abierto de Verano número 40 (se han jugado 68 desde el primero, siendo uno de los Abiertos más antiguos de Chile).
Sólo falté cuando estuve viviendo en el extranjero y una vez por enfermedad.
Mi primera vez fue a los 17 años, en Febrero de 1968, el año del incendio forestal que destruyó el Club House.
Pero la gente de Granadilla igual hizo su Abierto, a los pocos días de la tragedia. Fue un Abierto emotivo, heroico, que me marcó para toda la vida.
¿ Pero qué tengo yo con Granadilla que me lleva a volver siempre con tanta emoción ?
Bueno, esa primera vez, con una maravillosa cancha aún marcada por el incendio, instalaciones provisorias, lindos premios simbólicos hechos de copas fundidas por el fuego y gente con un espíritu indomable y generoso, fue lo principal.
Pero no era todo.
Mi abuelo, Walter Cook, a quien lamentablemente no conocí, fue uno de los Británicos que dió origen a Granadilla. Ahí está su foto en el Living del Club retratado en una competencia de Valparaiso contra Concepción a principios del siglo pasado.
En el año 1970 fui a estudiar a la Escuela de Negocios de Valparaíso y Granadilla me acogió en calidad de Socio Estudiante y me cobraban la nada misma.
Eternamente agradecido.
A Granadilla iba, también, cuando las cosas del amor de esos años se ponían complicadas. Y ahí estuve con la que iba ser mi futura esposa cuando en el hoyo 11 nos llovieron las rocas de una explosión mal calculada en la cantera vecina.
Ahí supe que la cosa iba en serio.
Por ahí por el año 1975 los greens rapidísimos de Granadilla finalmente me vencieron y desarrollé un "yip" incurable que sólo pude resolver con la llegada del putter largo.
He ganado muy pocas veces en Granadilla.
En 39 incursiones tengo sólo dos victorias en los Abiertos de Verano. La primera en Preseniors el 2001 y diez años después en Seniors el 2011.
Simplemente es una cancha de golf sensacional que requiere de una fortaleza mental única.
Pero, no me importa haber ganado poco. Lo que me ha enseñado Granadilla en el golf y para la vida vale millones.
Y los cientos de amigos a través de los años y los recuerdos imborrables valen oro.
Ya no tiene importancia el ganar o perder, el jugar bien o no tan bien. El sólo estar en Granadilla cada año es un privilegio del que estoy muy agradecido.
Al comenzar mi incursión número 40 en Granadilla, con esa expectación y emoción de siempre, sólo tengo la certeza de que volveré todos los años hasta que ya no pueda más.
1 comentario:
Entiendo esos profundos sentimientos, ese cariño.-
Eres un Grande TC!
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